Aunque a muchos les parezca increíble, se podría decir que hay un tipo de sal para cada comida. A priori puede parecer exagerado, pero comprar una bolsa de sal enorme y utilizarla para todos los platos es ya algo del pasado. Si no sabes ni por dónde empezar para introducir otros tipos de sal en tu rutina culinaria nosotros te ayudamos a comprender mejor la única roca comestible que existe.
La sal es un condimento que lleva siendo utilizado en la cocina por el ser humano desde hace miles de años y ha servido incluso como moneda de cambio para muchas civilizaciones en los intercambios comerciales. Sobra decir que un uso moderado de la sal tiene beneficios para nuestro organismo mientras que excederse con ella se relaciona con problemas de salud.
La sal común o de mesa es la que casi todos tenemos en los armarios de nuestra cocina y que entra y sale de ellos varias veces al día. Puede ser refinada o industrial y se usa para casi todo tipo de alimentos. Otro tipo de sal al que estamos acostumbrados es la sal marina, que se utiliza en platos ya terminados o alimentos crudos y que tiene un tamaño mayor.
Aunque no se denominan “sal común”, también son muy frecuentes en nuestros platos la sal fina y la sal gruesa, que se utilizan para sazonar en alimentos de menor o mayor tamaño respectivamente.
Algunos pensaréis que con cuatro variedades de sal debería ser más que suficiente para pasar toda una vida y disfrutar de los alimentos y su condimentación, pero el ser humanos siempre quiere ir más allá y no para de investigar a su alrededor. La sal rosa del Himalaya o la de los Andes Peruanos son un ejemplo de las nuevas tendencias gastronómicas, así como la sal hawaiana. Ésta última se divide en otros dos tipos, la roja y la negra. La primera es más apropiada para dietas desintoxicantes y la segunda es considerada como un ingrediente gourmet en la cocina.
A estas alturas alguno se preguntará si estas sales de las que hemos hablado cumplen con el principal objetivo para el que se comercializan: aportar sabor. Bueno, pues si no te han convencido hay otras que te podemos confirmar que notarás en tu paladar. Es tan sencillo como añadir especias o aromas a la propia sal. De hecho, tú mismo puedes hacer tus propias sales de sabores en casa. Algunas de las más conocidas que puedes preparar o comprar en algunos supermercados especializados son las de ajo, perejil, setas, vino, azafrán o hierbas, entre otras muchas.
Una buena manera de innovar en la cocina, aunque no olvides que necesitarás un hueco para todos esos botes de sal que vas a preparar a partir de ahora. En Casa en Orden tenemos una amplia variedad de cajones y cuberteros (http://casaenorden.com//es/9-cajones-y-cuberteros) que te ayudarán a optimizar y organizar tu espacio en la cocina. Visita nuestra web y decide cuál se ajusta mejor a tus necesidades.